domingo, 15 de febrero de 2009

Polución Espacial (De vuelta a São Paulo)

Después de un corto período de vacaciones y una más larga estadía por trabajo en París, volvemos al trabajo ahora para comentar una noticia que dio vuelta al mundo esta semana. Dos satélites chocaron en el espacio. Ambos eran satélites comerciales de comunicaciones, uno americano (de la empresa Iridium Satellite LLC) el otro ruso (Cosmos 2251) fuera de servicio desde hace una década por lo menos. Hace 30 años este evento podría haber desatado, por lo menos, un episodio diplomático. Con la Guerra Fría terminada hace casi dos décadas, la atención ahora giró sobre las causas y consecuencias de la colisión.

El choque ocurrió a 790 km de altura, sobre las estepas siberianas rusas. Ambos satélites pesaban unos 700 kg, y se desplazaban a unos 8 km/s. No hay peligro para la vida en la Tierra. Los más de 600 pedazos que sobraron del choque, si entraran en la atmósfera, se calcinarían inmediatamente. El peligro está para los otros equipos en el espacio, y, por supuesto, para las tripulaciones. En este momento hay tres astronautas en la Estación Espacial Internacional a 354 km de altura. En principio y dada la diferencia de alturas no parece haber un peligro inminente, pero la NASA dice estar monitoreando la situación con atención.

Todo esto nos trae al problema de la polución espacial. No hay control de lo que es colocado en el espacio. Hace 20 años participé de un seminario en el que un consejero de la NASA mostraba el caos en que se había convertido la faja espacial que va de 100 a 200 km y proponía una legislación internacional para evitar futuros problemas en alturas mayores. No sé que es lo que se avanzó en este tema, vamos a intentar descubrirlo, pero me llama la atención que haya ocurrido un choque a 800 km. Para mí es una demostración de que el caos se corrió a alturas mayores.

El problema de la colisión no es apenas la pérdida de estos dos satélites (uno ya no funcionaba), sino que los pedacitos (debris en inglés) seguirán por siglos su órbita. Cada uno de ellos es capaz de producir serios daños a un satélite operacional. Imaginen lo que una de esas astillas podría hacer a un astronauta!

A veces nos preocupamos tanto con los peligros del más allá que nos olvidamos de hacer, literalmente, orden en casa.

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